Thursday 25 December 2014

24. La leishmaniasis. Londres, Navidades de 2012.

Al fin una buena noticia. Del linfoma ni rastro.


La taquicardia que venía arrastrando desde hace meses, el hígado y bazo inflamados, la anemia, mi pérdida de peso, los sudores nocturnos, la inflamación de los ganglios linfáticos, mi drástico bajón de CD4s… Todo se debía a la leishmaniasis. Desde el primer momento que me vieron en el hospital de Northampton, a principios de octubre, vieron que lo de la taquicardia y los valores hepáticos no era normal. Es España lo achacaron a que estaba anémico y no le dieron más importancia, pero aquí desde el primer momento se pusieron a investigar. Obviamente cuando empecé a empeorar de verdad se dieron más prisa pero aún así les costó 2 meses y medio en dar lo que era. ¿Cómo es posible? ¿Tan rara es la enfermedad?. En España no, pero en el Reino Unido o en latitudes similares no existe, ya que aquí no vive el vector que transmite, el flebotomo, también conocido como mosca de la arena (sandfly) o jején. Afortunadamente, una médico del equipo reparó en que venía de una zona mediterránea (España), donde esta enfermedad no es inusual (en Fuenlabrada hubo hace unos años un importante brote con más de 100 afectados).

Uno de éstos me pasó los protozoos del género Leishmania.

Como era el primer caso en el hospital, obviamente no tenían experiencia en tratar esta enfermedad y me remitirían a uno de los dos únicos hospitales en el país con experiencia, o en Liverpool o en Londres, Londres me venía mucho mejor ya que está a apenas una hora en tren de Northampton. El problema es que el London Hospital for Tropical Diseases no tenía camas disponibles en ese momento, así que me tocaba esperar unos días.


Durante ese tiempo me fuí informando de la enfermedad a través de internet, ya que mis médicos poco me podían decir al respecto, en principio me dijeron que con unos días de tratamiento me curaría y ya, que el tratamiento es bastante tóxico y agresivo para los riñones pero que una persona joven y fuerte como yo lo debería de soportar sin problemas. Informándome más a fondo ví que la cosa no era tán fácil, especialmente en personas inmunodeprimidas y sobre todo con VIH las complicaciones eran muy frecuentes, y sobre todo las recidivas o la reaparición de la enfermedad que en las personas con SIDA avanzado se solían cronificar. Y bueno, la enfermedad en sí tampoco es ninguna tontería, sobre todo el tipo que yo tenía, leishmaniasis visceral o kala azar, ya que sin tratamiento es mortal. Otra forma de la enfermedad, la cutánea, no es tan agresiva con los órganos internos pero causa úlceras en la piel que pueden dar lugar a deformaciones y otros serios problemas. El tercer tipo es la mucocutánea. Los tres tipos son frecuentes en gente con VIH, mayormente en fase sida (CD4 inferior a 200) y se está considerando en añadir la leishmaniasis a la lista de enfermedades oportunistas relacionadas con el VIH. Así que si vives en una zona en la que la leishmaniasis es endémica (como España o Sudamérica) y estás muy bajo de CD4 o estás en fase sida, mucho cuidado con estos minúsculos seres, son bastante más pequeños que un mosquito normal, apenas hacen ruido al volar o se notan cuando te pican y con su diminuto tamaño consideran atravesar las telas mosquiteras. Usar repelente de mosquitos es lo más inteligente, sobre todo en verano y por la tarde y noche que es cuando están activos (o activas, es la hembra la que pica). Muchísimos problemas me hubiera ahorrado yo si hubiera sabido todo esto y hubiera sido precavido, pero aquel verano que estuve en España severamente inmunodeprimido y recuperándome y cogiendo fuerzas para venirme a Inglaterra, lo único que sabía de la leishmaniasis es que es algo común en perros.


Áreas donde la leishmaniasis visceral es endémica.
La leishmaniasis cutánea es más común en Sudamérica.


En pocos días me llamaron para decirme que ya podían atenderme, así que al día siguiente me bajé con mi padre para Londres. Estaba tan débil que el viaje de una hora en tren me mareó bastante y el poco equipaje que llevaba lo tuvo que llevar mi padre porque yo sinceramente no podía. El hospital está muy cerca de la estación London Euston, que es a la que llegamos, pero me costó horrores llegar andando hasta ahí. Apenas podía con mis escasos 69 kilos de peso, casi 20 menos que mi peso habitual, menos mal que tenía a mi padre de “porteador”. Me sentí un poco como deben de sentirse esos ricos turistas occidentales que se van al Himalaya a escalar montañas sin estar en forma y usan a los sherpas locales para llevar el peso, ya que al igual que ellos me estaba quedando sin oxígeno, no por estar a 6000 metros de altitud sino por tener la hemoglobina a 6.0 (anemia total).
La habitación en la que estaría unos 7 o 10 días ingresado (si todo funcionaba bien) estaba más que aceptable, y como estaba en un sexto o séptimo tenía vistas a la ciudad. Me explicaron que el tratamiento consistiría en nosecuántas horas al día recibiendo AmBisome (amfotericina B) por vía intravenosa durante una semana en la que estaría totalmente controlado para ver mi progreso y si toleraba el tratamiento o no.
Dado lo inusual de mi caso y lo hecho polvo que estaba desperté gran interés en médicos, estudiantes e incluso una revista estuvo interesada en publicar mi caso. Varias veces al día recibía visitas de estudiantes acompañados de su profesor en las que hacían prácticas conmigo. Me hacían preguntas sobre mis enfermedades, me tomaban el pulso, la tensión y lo más espectacular era cuando palpaban mi hígado para comprobar lo exagerado de su tamaño. Apenas me cabía ya en la barriga de lo brutalmente inflamado que estaba, la médico profesora insistía a sus alumnos que probablemente nunca volverían a palpar un hígado tan grande, sobre todo en una persona joven. Estas visitas me entretenían y hasta me hacían agradable la estancia en el hospital, la mayoría de los estudiantes eran féminas y de éstas muchas asiáticas, la verdad que una guapa y joven japonesita esté tímidamente palpándote el abdomen no es una experiencia que digamos desagradable.
Hubo un día en el que durante las tediosas horas del goteo intravenoso me dolió un riñón, pero a parte de eso no tuve ninguna complicación y salió todo a pedir de boca. Iba recuperando el apetito por momentos, para mi anemia me hicieron una transfusión que me hizo recuperar fuerzas, mi padre estaba como compañía por las mañanas y el resto del día venían continuamente médicos y estudiantes interesados en mi caso, así que curiosamente guardo un buen recuerdo de aquellos días que pasé ingresado en el London Hospital for Tropical Diseases, concretamente en la planta que tienen en el University College Hospital de Euston Road.
La primera parte del tratamiento había salido bien, pero no se podía cantar victoria todavía ni mucho menos. La enfermedad me había vuelto a arrebatar muchos valiosos CD4s, entré al hospital con 60 (sida avanzado, inmunodepresión crítica), por lo que aunque la primera parte funcionara, el hígado y el bazo nunca quedaban totalmente limpios del protozoo y con un sistema inmunitario tan débil daban por hecho que un rebrote de la enfermedad sería casi inevitable. Podrían darme el mismo tratamiento otra vez, pero probablemente volvería a rebrotar y al final se cronificaría, por lo que necesitaría inyecciones cada 3 semanas de por vida. DE POR VIDA. Si esto ocurriera, que es lo habitual en casos como el mío, ya me podría olvidar de volver a vagabundear por el mundo tan alegremente o de planear cualquier cosa por más de 3 semanas. Una pena, porque aquí en Inglaterra había recuperado la ilusión de la libertad con la dispensación de antirretrovirales para hasta 6 meses que me daban para el VIH. Con lo nómada y libre que había sido yo. Mucho me tendrían que subir los CD4s para que no me volvieran a ver ahí ingresado, me dijo finalmente un médico, como siendo sincero y dándome pocas esperanzas, de mientras tendría que ir volviendo al hospital semanalmente durante 10 semanas en las que seguirían con la segunda fase del tratamiento, el mismo AmBisome pero sólo una vez por semana en vez de cada día. Luego ya sería cuestión de Dios, del destino o de la suerte que la enfermedad no me volviera y se cronificara, como si el VIH no fuese suficientemente crónico ya. Si en dos años no me hubiera vuelto, ya sería extremadamente difícil que volviera y se podría cantar victoria. Dos años críticos me esperaban por delante.
Me dieron de alta el día de Nochebuena. Al salir lo primero que hice con mi padre fui a la estación de autobuses a comprar un billete para Northampton pero hasta las 2AM estaba todo completo. El tren peor aún. Así que le dije a mi padre de irnos a  pasear por Londres, mi padre hace muchos años que no había estado y yo hace tiempo que no había visto el Big Ben y esas cosas. Claro que todavía estaba muy débil pero ya me costaba muchísimo menos andar y tenía ganas de probar mis fuerzas. Nos dimos una buena pateada y al ver tanto turista de tantos países haciendo fotos y pasando las Navidades haciendo turismo lejos de casa, ví que en el fondo no habíamos tenido una Nochebuena tan anormal.
Ya de vuelta a casa en el autobús, a pesar de estar contento de que todo hubiera salido bien y de haber recuperado casi milagrosamente tantas fuerzas en tan poco tiempo, no podía dejar de pensar en que lo más probable es que la enfermedad rebrotaría y tendría que volver a pasar por lo mismo, y lo que es peor, que la cosa se cronificaría. Por lo menos no fue linfoma y es algo tratable, pero una nueva enfermedad crónica significaría una nueva pérdida de libertad y una nueva disminución de mi calidad de vida. Ni un mes, ni dos, ni seis, ni un año, sino dos años tendrían que pasar para que pudiera cantar victoria de verdad, cosa poco probable al fin y al cabo. Pensé que me gustaría dormirme y despertarme dentro de dos años para ver qué es lo que había pasado.
Bueno, pues ya he despertado y hoy ya han pasado exactamente 2 años y un día. ¿Que es lo que pasó? Sigan atentos al blog y pronto lo averiguarán. 
Feliz Navidad.

Monday 1 December 2014

23. Un nuevo diagnóstico. Diciembre de 2012.

Me da pereza hacer memoria y hay cosas que no quiero recordar, pero ya que hoy es Día Mundial del SIDA, continuaré con la historia de mi lucha por recuperar la salud, aunque sea a título didáctico e informativo.


Linfoma. Esa era la nueva palabra. La nueva palabra que penetraba en mi mente como un taladro y la desgarraba y mutilaba sin piedad. Como si no fuera suficiente con los acrónimos VIH y sida, estas 7 letras, 3 sílabas, 4 consonantes y 3 vocales volvían a hacer temblar los escasos cimientos que había conseguido reconstruir en mi vida en estos 11 meses viviendo con la enfermedad, o mejor dicho, siendo consciente de ella.
Había conseguido volver a trabajar, volver a ser una persona independiente y a tener una visión de futuro, un futuro más que mediocre, pero un futuro al fin y al cabo.
Pero ni eso. Dios se había cebado conmigo. Me había dado una pequeña esperanza que me había vuelto a arrebatar. ¿Por qué no me llevará de una vez? ¿Por qué no dejará de jugar cruelmente conmigo? Aunque bien mirado, lo del linfoma es no es algo raro en gente con sida. Había tenido suerte de no haber pillado nada con mi sistema inmunológico prácticamente aniquilado pero la suerte algún día se tenía que acabar. No, no era cosa de Dios, simplemente era lo que tenía que pasar, fuí un irresponsable en mis relaciones sexuales y a consecuencia de ello esto es lo que me tocaba ahora, no se de qué me tendría que quejar, fuí yo, sólo yo, el responsable de mis actos. Así que esperaba morir pronto y que se acabara todo el sufrimiento, y punto. Pero no, no podía rendirme, volvería a luchar hasta el final, hasta el último aliento, no tenía nada que perder... aunque fuera por no hacer sufrir de tal manera a mis padres, perder a un hijo debe de ser lo más horrible para unos padres, y más siendo hijo único… Aunque sinceramente esta vez pensaba que sí que me iba a ir, por mucho que luchara. Mis CD4 seguían cayendo en picado, 60 en el último análisis, y la quimio y radioterapia aún debilitarían más a mi casi inexistente sistema inmunológico. Yo también estaba cada día más flaco y más débil pero aún así saqué fuerzas de donde no las había y pude cargar al coche las escasas pertenencias que tenía en el almacén en el que vivía en Nuneaton y me mudé a mi nuevo hogar, un hogar mucho mejor, realmente espléndido, una enorme habitación en una abadía del siglo XXII en medio de un precioso y enorme parque no lejos del centro de Northampton. No era el cielo, como creí en un primer momento, pero casi. La empresa que me ofrecía el baratísimo alojamiento en Nuneaton a cambio de unos mínimos servicios de seguridad tenían una vacante en este majestuoso sitio y decidí mudarme ya que estaría más cerca del hospital donde me venían atendiendo. Las visitas al hospital se hacían cada vez más frecuentes, estaban preocupados por mi fortísima anemia, mi constante pérdida de peso, mi fiebre continua, mi bajón de CD4s y mi hígado y bazo cada vez más y más inflamados. Seguían haciéndome pruebas y más pruebas pero para lo del linfoma necesitaban una biopsia de un ganglio linfático inflamado y en el escáner tradicional sólo vieron uno que estaba detrás del estómago en un sitio poco accesible y peligroso, así que me hicieron un nuevo escáner más preciso, aquel PET-CT scan del que hablaba en aquel post el día de mi 29 cumpleaños, en el cual vieron que me podrían sacar una biopsia de un ganglio linfático del sobaco, un sitio mucho más accesible. Aún así para asegurarse de que no moviera el brazo en la biopsia no me libré de una anestesia general, una experiencia un tanto curiosa que nunca antes había vivido.


Los resultados llevarían su tiempo así que llegó el punto en el que ví que me estaba empezando a costar valerme por mí mismo. Hasta la más pequeña tarea doméstica, ir a comprar, cocinar, lavar la ropa, me suponía un esfuerzo enorme. Lo peor eran los sudores nocturnos que volvía a tener, otra vez aquella penosa rutina de despertarse a los pocos minutos de quedarse dormido, totalmente empapado, y tener que cambiar las sábanas una y otra vez. Aquí tenía una cama doble así que al menos podía correrme al otro lado cuando me despertaba mojado, pero cuando volvía a empapar el otro lado tocaba cambiar sábanas otra vez.
Noche tras noche prácticamente en vela, durante los pocos momentos que dormía solía tener pesadillas, pero el despertarse no era ningún alivio, todo lo contrario, ya que la realidad siempre era peor que la propia pesadilla, por muy extraño que parezca. Cuando alguien llega a ese extremo creo que se puede decir que su vida se ha convertido en un verdadero infierno.
Los días eran algo mejores que las noches, me pasaba prácticamente todo el día tumbado en la cama mirando los árboles y el parque por la ventana porque sencillamente no tenía fuerzas para más. De vez en cuando se veía alguna ardilla corretear, perros jugando, gente sana corriendo… qué envidia me daban… pensé que no sería mal lugar para morir, plácidamente mirando los árboles y animalillos por la ventana…
Pero al ir pasando los días notaba cada vez más que necesitaba ayuda. Ya no podía hacer prácticamente nada y necesitaba comer, lavar la ropa y esas cosas. En esta parte de la abadía había otras 4 personas viviendo, todos muy majos y agradables, desde el primer día les dije que estaba enfermo (resultaba bastante obvio) pero no les dije nada del sida ni del linfoma. En aquel entonces todavía era muy secretivo con lo de mi VIH y muy poca gente lo sabía, y desde luego nunca se me hubiera ocurrido decirles nada. Tampoco quería molestarles porque apenas les conocía de unos días y no les iba a pedir esa clase de favores, aparte de ellos conocía a muy poca gente aquí y sólo un amigo en Inglaterra sabía lo del VIH y estaba trabajado a turnos 12 horas al día así que no le podía pedir gran cosa, porque necesitaría a alguien que estuviera prácticamente todo el día conmigo y tampoco se me hubiera pasado por la cabeza decirles a los médicos que me ingresaran.

Pensé que no sería mal lugar para morir.

Con mis escasos contactos aquí no me quedó más remedio que llamar a mi padre y decirle que necesitaba ayuda, no quería preocupar a mi familia pero yo solo ya no podía y a España no quería ir ya que aquí es donde me habían hecho las pruebas y llevaban todo el seguimiento, aparte que desde el primer momento vieron que algo no estaba normal con mi taquicardia e inflamación de hígado y bazo, cosa que en España no le dieron ninguna importancia y aquí enseguida se pusieron a investigar, sinceramente de la sanidad española ya no quería saber nada. Es más, si se confirmaba lo del linfoma pensaba ir a Alemania con mi tía y que me trataran allí ya que según ella no sería problema y ahí tendría casa y alguien que me podría cuidar, porque según tenía entendido la quimio y radioterapia aún me dejaría más hecho mierda y haberme quedado en este país solo y en esas condiciones realmente hubiera sido inviable. O sea, que simplemente estaba esperando el diagnóstico definitivo. Otra razón por la que no quería volver a España es que mi pueblo está a tomar por culo de todo y a los que tienen algún tipo de cáncer los mandan a Valencia que está a más de una hora en coche a recibir los tratamientos, esos viajes continuos como estaba me hubieran dejado hecho mixtos, cosa poco conveniente dado lo delicado de mi estado.
Como mi padre ya estaba jubilado no fue gran problema para él venirse, he de reconocer que me fue de enorme ayuda física y psicológica. Los días seguían pasando y yo seguía debilitándome más y más, la barriga se me estaba empezando a hinchar y las extremidades y la cara a enflaquecer rápidamente,  parecía un niño de esos malnutridos africanos, tanto que me había costado ganar unos 10 kg de los más de 20 que perdí con mi desarrollo rápido a sida, y ya prácticamente los había perdido de nuevo. Al principio aún salía con mi padre a dar alguna vuelta o a comer pero ya me estaba costando andar, sobre todo las pequeñas pendientes me suponían un esfuerzo enorme, y al final no podía tenerme en pie más que unos minutos porque enseguida me mareaba. Hasta estar sentado me cansaba, sólo aguantaba acostado. Tan fuerte era la anemia, tan poco oxígeno me estaba llegando al cuerpo. La cosa estaba ya empeorando por momentos.
Un día me llamaron para una cita con el médico, me llamaban cada pocas días a mirar algo nuevo así que esto era algo casi rutinario para mí. Me esperaba otra tanda de pruebas para ver si daban con algo de una vez, pero para mi sorpresa esta vez tenían al fin un diagnóstico que habían sacado de una biopsia de mi médula ósea:


Leishmaniasis.


¿De qué me sonaba eso? ¿Eso no es lo de los perros? ¿Y el linfoma qué?
Del linfoma no tenían todavía los resultados, o sea que realmente no sabía si todo se debía a la leishmaniasis o si también tenía linfoma.
En unos pocos días lo sabría, mientras tanto no sabía si la inesperada noticia era buena o mala. Por lo pronto, era el primer caso de leishmaniasis que habían tenido nunca en el hospital de Northampton, y en ese momento no habría más de 10 casos en todo el Reino Unido. 

¿Por qué yo? Me volví a preguntar, una vez más.

Sunday 23 November 2014

22. Resiliencia, Nietzsche y hostias al virus.

Casualmente navegando por la web me he encontrado con una encuesta dirigida a gente con VIH que está haciendo un grupo de psicólogos de la Universidad Autónoma de Madrid:
http://www.resilienciayvih.es/
Pretender estudiar qué es lo que influye en una persona con VIH para que sea más o menos resiliente, o sea, que se adapte positivamente a esta nueva situación en principio adversa.
No conocía esta palabra y según estoy leyendo hasta hace poco ha sido un concepto al que inexplicablemente la psicología le había dado poca atención. Es de lo que hablaba en mis últimos posts, al final uno se va adaptando más o menos o incluso es capaz de sacar cosas positivas, en eso consiste la resiliencia. Resiliencia. A ver si me acuerdo del palabro.

Sin embargo, por muy resiliente que sea en ocasiones todavía ando comiéndome la olla buscándole un sentido, o más bien utilidad, al sufrimiento y a las experiencias negativas, lo que me ha llevado, también casualmente, a descubrir algunos interesantes escritos de Nietzsche. Por ahora con lo poco que he leído de él me está pereciendo un crack en la materia. Comparto su visión romántica del sufrimiento, del cultivo positivo de la dureza que conlleva a que se forjen unas cualidades y un desarrollo personal que de otro modo nunca se desarrollarían, de que para cultivar el espíritu hay que huir de la comodidad y la abundancia y de que nos crecemos con la adversidad y las condiciones desfavorables. Ante ésto último me viene inmediatamente a la cabeza los ricos, fríos y a veces estériles países escandinavos y la pobreza y subdesarrollo de muchos países tropicales y con grandes recursos naturales en los que en principio la vida debería ser más cómoda y fácil.

"...el sufrimiento como una afirmación de la vida a través de la destrucción de la misma, y sería apenas en el movimiento destructivo que, a fin de cuentas, surgiría un gozo, especialmente el gozo del héroe bélico, quien se regocija en la destrucción y el sufrimiento que produce, incluyendo el suyo propio..."

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos918/dolor-nietzsche-heroe/dolor-nietzsche-heroe.shtml


https://blogdenotasnietzsche.wordpress.com/category/resiliencia/

Si leer al pesao de Nietzsche no te convence como terapia psicológica se me ocurre otra terapia catártica bastante más simple, directa y agresiva: dale de hostias al VIH (literalmente). ¿Que cómo?
Esta empresa ha tenido la ocurrencia de hacer peluches con virus, microbios y otros organismos microscópicos, no sólo patógenos:

http://www.giantmicrobes.com/es/

Así que te puedes compar un HIV y cuando te sientas frustrado, rabioso e impotente: golpéalo, quémalo, mutílalo, viólalo, entiérralo vivo, descuartízalo, asesínalo, hazle mil perrerías... y quién sabe, quizá algún día llegues perdonarlo y a quererlo y a darle un besito de buenas noches.

Qué feo que es el hijoputa. Se está ganando una hostia.

Yo ya he hecho las paces con él pero pienso que para algunos esta frikada quizá pueda servir de ayuda. Yo que sé, hay gente pa tó y este tipo de terapias simbólicas y en principio infantiles a veces son efectivas como catarsis y desahogo. Por lo pronto yo le voy a enviar un hepatocito a mi madre para su cumpleaños que esta mala del hígado y seguro que le hace gracia.


Si esta gilipollez de terapia tampoco te convence te diré lo que de verdad me funcionó a mí:
La terapia sexual, esto es simple y llanamente volver a FOLLAR y disfrutar del sexo. Y si no vuelve a escuchar a Nietzsche, que era muy listo:




Friday 7 November 2014

21. Positivo al cuadrado: aspectos positivos del VIH.

Una vez alcanzada la fase de indiferencia, uno empieza a hacer balance sobre lo que ha cambiado en su vida y en su ser. Cuando ya se empieza a disipar toda la mierda de la cabeza y uno empieza a ver que ni su vida era tan perfecta antes, ni es tan horrible ahora, solo que distinta, empieza incluso a vislumbrar ciertos aspectos positivos que ha ido adquiriendo durante esta dramática experiencia vital, principalmente un desarrollo personal y una ganancia en profundidad, sabiduría y control e inteligencia emocionales. 
Muchas relaciones personales adquieren una nueva dimensión, más intima y profunda, especialmente las sentimentales. El sexo deja de ser un simple saciamiento de instintos primarios animales para convertirse en algo más emocional, humano y menos primario. Se crea un vínculo especial en el caso de aceptación por parte de la pareja seronegativa que antes no existía. Se mira más la persona en sí, el interior y su calidad humana más que el aspecto o la atracción física.
Ahora en cualquier relación entran rápidamente en juego aspectos humanos como la moral, la sinceridad, la empatía, el sacrificio, la aceptación, etc, pasando enseguida a un nivel de intimidad y cercanía al que antes costaba mucho más llegar. El simple hecho de no aceptación por parte de una potencial pareja seronegativa conlleva un filtro o criba en el que sólo quedan las potenciales parejas más abnegadas y auténticas. En el supuesto de que la pareja sea también seropositiva, también suele haber un vínculo especial que los seronegativos nunca podrán entender.

Gracias al VIH también he aprendido a analizar y controlar mis emociones, a saber relativizar y tratar de ver otros puntos de vista con más facilidad. Porque no hay enfermedad más subjetiva que el VIH: para muchos es algo horrible de lo que no quieren ni oír hablar, muchos piensan que todavía es una sentencia de muerte, muchos otros jamás tendrían relación alguna con un seropositivo, otros incluso tienen miedo de beber del mismo vaso, algunos desearían eliminarnos de la faz de la Tierra, para otros es algo equivalente a una diabetes, para los negacionistas ni existe, a algunos les da igual e incluso existe gente que desea contraerlo (bugchasers) u otros que lo ven como algo "cool"; en unos países es delito no desvelar tu estatus incluso con protección y sin infectar, en otros no es delito ni aún infectando, en algunos se nos tiene hasta prohibida la entrada y se nos deporta...
Aquí entran en juego infinidad de variables de toda clase, desde la educación e inteligencia del individuo hasta la personalidad o la influencia de la sociedad.
Esta tremenda subjetividad y relatividad social y moral en un asunto tan básico y necesario como las relaciones humanas, emocionales y sexuales me han hecho aprender a ver desde diferentes ángulos y perspectivas asuntos que antes sólo era capaz de ver unidireccionalmente, especialmente en mis sentimientos y emociones, pudiendo llegar a elegir cuál es el punto de vista que más me conviene en cada caso. A esto se le llama inteligencia emocional, un concepto que antes no alcanzaba a entender en absoluto.

Por otra parte, creo que el sufrimiento en sí también me ha aportado cosas positivas. Me ha hecho madurar y apreciar cosas que antes no les daba mayor importancia. Creo que del sufrimiento se puede aprender y sacar conclusiones, y que hasta cierto punto es necesario en este mundo. No hay bien sin mal, no hay día sin noche, no hay yin sin yang...
Además me siento más consciente y cercano con el sufrimiento de los demás, pienso que hay muchísima gente en el mundo que sufre infinitamente más de lo que yo he sufrido y en el fondo me gustaría dejar de pensar tanto en mí y en mis estúpidos problemas y poder ayudar de alguna manera.
El haber tenido la convicción de que iba a morir también me ha hecho adquirir una mayor conciencia de la muerte y de la impermanencia, centrándome en lo que de verdad importa y no perder el tiempo con banalidades o preocupándome en estupideces o sobre lo que piense la gente, tendiendo a formarme criterios sólidas y propios con más facilidad, sintiéndome más indiferete a críticas y habladurías.

En el fondo, a día de hoy, como ya dije el VIH me da igual. Ya no es nada. Me he montado demasiadas películas en la cabeza. La vida continúa, ni mejor ni peor, sólo que distinta.
Y sin duda, todo lo aprendido me servirá durante el resto de mi vida.


Gracias VIH, has sido un gran maestro.

Tuesday 15 July 2014

20. Carta al VIH.


Querido virus,


Supongo que estarás notando el distanciamento cada vez mayor que se está produciendo entre nosotros dos desde hace ya unos meses. Aunque desde que nos conocimos vivimos juntos y estamos juntos las 24 horas del día, 7 días a la semana, 365 días al año, nuestra relación se está enfriando a pasos agigantados. No podemos seguir haciendo como que no está pasando nada. Algo está cambiando y sé que tú también lo estás notando.

Tú fuiste mi continua obsesión desde que nos presentaron, aquel 10 de Enero de 2012, fuiste prácticamente mi único pensamiento durante meses, tal era mi obsesión por tí, tal era la pasión de nuestra relación. Desde que me levantaba hasta que me acostaba, pensando continuamente en tí, ahí estabas, siempre a mi lado, desde el primer momento supe que jamás me abandonarías, que estarías ahí para toda mi vida, y que el día que muriese, tú también morirías inevitablemente junto a mí, porque sé que sin mí no podrías vivir. Al igual que el mar necesita al agua para existir, al igual que el desierto necesita a la arena, al igual que la jungla necesita la vegetación, tú me necesitas a mí.

Sinceramente, pensaba que lo nuestro duraría para toda la vida, que mi corazón y mi mente estarían para siempre contigo. Pero algo ha cambiado.

Quizá te duela lo que te voy a decir: ya casi nunca pienso en tí.

Quería dedicarte un libro, quería escalar montañas, quería llegar al cielo, quería hacer todo esto y mucho más, sólo por tí. Empecé a escribir este blog, estudié para conocerte más a fondo toda tu complejidad, sé que eres un misterio para la humanidad y que por ello resultas fascinante a tanta gente, sé que eres algo muy especial...

Pero me he dado cuenta que no te mereces todo esto. Porque sencillamente para mí ya no eres nada. He estado tirando el tiempo prestándote tanta atención, tu presencia ha estado eclipsando tantísimas otras cosas de mi vida, siempre te ponías en medio, me querías sólo para tí, y no me has causado más que problemas. Lo que quiero es continuar con mi vida y recuperar mi libertad, porque desde luego tú ya no eres lo más importante en ella y no voy a seguir sacrificando mi vida por tí. Ya he malgastado bastante el tiempo, y no voy a seguir malgastando ni un minuto más pensando en tí, aunque tengamos que vivir juntos sin remedio. Y no es que te tenga odio, o que te quiera ignorar a la fuerza. Te ignoro porque ya me aburres. Soberanamente. Y desde luego tengo miles de cosas en las que pensar y ocupar el tiempo antes que en tí.
Por favor, no intentes molestarme más, lo nuestro no tiene vuelta atrás. La llama se ha apagado para siempre.

Adiós VIH, adiós.



Tu hospedador.

Tuesday 10 June 2014

19. De camino al cielo. Diciembre de 2012.

Morí pocos días después de mi 29 cumpleaños.

Debió de ocurrir muy rápido todo ya que apenas recuerdo nada del momento de mi muerte. Sólo recuerdo el estar volando de camino al cielo. El camino era recto, rodeado de majestuosos árboles gigantes dispuestos simétricamente a ambos lados del mismo. Por los árboles me pareció ver, correteando y jugando, animalillos celestiales que se giraban curiosos a mirar quién era el afortunado que dejaba para siempre atrás el cruel y despiadado mundo carnal. Detrás de los árboles llegué a vislumbrar paradisíacos jardines extendiéndose hasta el infinito, y grupos de ángeles jugando, descansando, o meditando plácidamente en ellos. Me pregunté sobre qué podrían estar reflexionando estos ángeles: ¿les podía inquietar, en su perfecta realidad y existencia, los problemas del plano existencial físico, del mundo de los mortales? El sufrimiento, las guerras, el hambre, las enfermedades, el sida... ¿o por el contrario, serían conscientes de que todo esto forma parte de un plan divino, un plan, que a mi como mortal recién muerto, todavía se me escapaba por completo?
También me pregunté si ahora, ya fallecido, se me empezarían a desvelar estos y otros misterios existenciales. Sin duda, estaba ansioso por saber más de esta nueva vida eterna, aunque pensé que no tenía sentido ponerse ansioso ya que, valga la redundancia, tenía una eternidad por delante para descubrir sobre el todo de la existencia, el por qué hay algo en vez de nada, y otras preguntas ante las cuales los mortales no muertos no pueden hacer mas que rendirse ante la enormidad de su ignorancia.
Mientras seguía avanzando por el camino al cielo tampoco comprendía cómo era posible que no estuviera yendo de camino al infierno, el lugar en el que realmente esperaba pudrirme después de muerto, debido a mi pecaminosa vida salpicada frecuentemente por actos de, cuanto menos, dudosa moralidad. Pensé que quizá ya había pagado por todos estos pecados en vida, ya que éste ultimo año había sido un auténtico calvario, y ya habiendo pagado por los pecados, morí justo en el momento adecuado, antes de volver a tener energías para volver a dejar guiarme por los caminos de Satán.

Seguí por el camino, siguiendo una luz cegadora que se perdía entre el azulísimo cielo, cuando dislumbré un imponente castillo en el horizonte. Fuí acercándome poco a poco, el camino se bifurcó en dos, pero yo no tuve ninguna duda de que mi camino era el del castillo. En la puerta del mismo ví que ya había un ángel esperándome, sonriente y con cara de bienvenida. Decidí aparcar el coche ahí mismo. Sí, efectivamente, mi destartalado Nissan Micra me acompañaba en el camino, lo cierto es que al haber vivido tantas aventuras juntos le había cogido cariño, y más de una vez llegué a sospechar que también tenía alma. En ese momento me dí cuenta de que probablemente hubieramos muerto en un accidente de tráfico, debió de ocurrir todo muy rápido, lo que explicaba el que no me acordara de nada. Me supuso una cierta alegría el saber que no había sido el sida o el linfoma lo que me había llevado, porque sin duda el sufrimiento y la agonía hubieran sido infinitamente más largos. Que paradoja, tanta lucha y preocupación por la enfermedad para ahora morir de algo que no tenía nada que ver con ello. En el fondo, me supo a victoria.

"Cheers mate! 'you all right?"
Éstas fueron las primeras palabras del ángel. Me quedé un poco de piedra al ver que hablaba en inglés, pero claro, siendo el inglés el idioma internacional por excelencia, la cosa tenía su lógica. Yo más o menos ya me defendía con el inglés, pero no sé cómo se las apañarían los recién fallecidos no angloparlantes. Seguramente deberían de hacer un curso, al menos inglés básico, antes de poder acceder al cielo. No se cual fué el razonamiento mental que siguió mi cerebro metafísico para pensar en seguida que en el infierno se debería de hablar español, lo cuál me volvió a hacer reflexionar sobre si realmente no me habrían confundido con otro fallecido reciente. Quizá habían transpapelado o confundido algunos documentos, y una bellísima persona estaría padeciendo un sufrimiento indescriptible para toda la eternidad en mi lugar.
Esta idea me hizo ponerme blanco y tragar saliva, yo por si acaso no dije nada y seguí la corriente al ángel, que me hizo pasar amablemente al interior del castillo. Suponía que ahora me tendrían que hacer un juicio final antes de poder acceder al cielo, o tendría que rellenar unos papeles, o me darían un carnet de identidad celestial, yo que sé lo que tocaba ahora, fuí bautizado de pequeño y tomé la comunión pero a partir de ahí mi seguimiento del cristianismo a sido prácticamente cero. Es más, lo desprecié y ridiculicé con frecuencia como religión o creencia, una razón más para pensar que me habían confundido con otra persona, una buena persona que realmente sí que merecía ir al cielo, quizá otro fallecido en el mismo accidente de tráfico que yo, pero no yo.

"Mira tío, esta habitación está vacía, pero no va la luz" me dijo el ángel en su inglés correcto pero informal. "El problema no es del tubo, es que a esta habitación no llega la electricidad, no sé por qué."
¿Electricidad? ¿Cómo que electricidad? ¿No estábamos en un mundo metafísico, más allá de electrones, protones, iones, y leyes físicas elaboradas por Satán para joderles la vida a los estudiantes de bachillerato?
"Te enseñaré la otra habitación vacía, está arriba, pero es más cara. Ah, mira ahí viene otra compañera. Hola Ellen!"
Pensé que se debía de tratar de otra mortal recién fallecida, porque a decir verdad no tenía pinta de ángel. No tenía ni alas. Y ahora que me fijaba, el otro ángel tampoco.
"¿Otro más que se viene a vivir aquí? No tenemos más sitio en la cocina ni el las neveras! Háblalo con la empresa primero, porque aquí ya no cabe nadie más!!!"
Me chocó un trato tan brusco , me esperaba bastante mejor rollo en el cielo. Quise preguntarle algo a la chica, pero en lugar de ello me paré a reflexionar un momento:

electricidad...
dinero...
neveras...
empresas...
gordas antipáticas...

Ahora caigo. No estoy de camino al cielo. No he muerto todavía. Ahora lo recuerdo, simplemente venía a Northampton a mirar la otra propiedad de la que me habló la empresa de seguridad, en la que tenían una habitación libre. A pesar de que el lugar parece paradisíaco, sigo en el despiadado mundo de los mortales. Sigo teniendo sida, linfoma, y vete a saber cuantas cosas más.
No he muerto todavía. El sufrimiento todavía no se ha acabado.


MIERDA.

Thursday 5 June 2014

18. NO somos peligrosos.

Por lo menos eso es lo que parece mostrar hasta ahora el estudio PARTNER, comenzado hace 2 años y que terminará en 2017, sobre los que tenemos carga viral indetectable por un tiempo.
Se ha llevado un seguimiento de 767 parejas, tanto hetero como homosexuales, en la que uno tiene el VIH y el otro no, pero mantienen relaciones sexuales sin condón, y no utilizan terapia pre- ni post-exposición. El positivo está varios años en tratamiento y tiene carga viral indetectable:

http://gtt-vih.org/actualizate/la_noticia_del_dia/14-03-14
http://www.aidsmap.com/No-one-with-an-undetectable-viral-load-gay-or-heterosexual-transmits-HIV-in-first-two-years-of-PARTNER-study/page/2832748/
http://i-base.info/htb/24904

Más de 45.000 relaciones sexuales.

CERO infecciones.

El estudio viene siendo parecido al llamado "Swiss Statement", que dice que una persona con VIH mientras tuviera la carga viral indetectable por más de 6 meses y no tuviera otra ETS se podía considerar sexualmente NO infectivo. Se distingue del estudio PARTNER en el que éste también incluye perejas homosexuales y con otras ETS.
http://www.aidsmap.com/Expert-statements-and-guidance-for-individuals/page/1322904/

Si bien es cierto que es imposible demostrar estadísticamente que en estas condiciones nunca jamás fuera a haber una infección y que es imposible medir matemáticamente el riesgo real absoluto, ante tan abrumadoras estadísticas uno de los presentadores del estudio PARTNER no pudo dejar de afirmar sobre el riesgo que "nuestra mejor estimación es que es cero".
Probablemente nunca se podrá saber con total certeza a menos que podamos saber nuestra predisposición genética, de la que hablaba hace un par de posts, pero yo tengo clarísimo que con que fuese, y sobre todo, con que se me considerase "no peligroso" o "no infectivo", me quedaría total y absolutamente satisfecho, la enfermedad en sí es lo de menos.

Saquen ustedes sus propias conclusiones.

Si estás en una relación serodiscordante, aún puedes participar en el estudio:
http://www.partnerstudy.eu/
http://www.partnerstudy.eu/Portals/0/Brochures%20Posters/Pamphlet_spanish.pdf

Tuesday 3 June 2014

17. "Como médico, preferiría tener VIH a tener diabetes".

Eso es lo que comenta un médico británico en un lúcido artículo sobre la realidad de lo que es el VIH a día de hoy:

http://www.spectator.co.uk/features/9185591/why-id-rather-have-hiv-than-diabetes/

Está en inglés, pero para el que no lo entienda se puede resumir en que el VIH hoy en día es más controlable que por ejemplo una diabetes tipo 2, que la esperanza de vida con VIH es prácticamente igual que sin el virus, frente a los 10 años menos de media de la diabetes, que casos tan graves como el mío apenas se ven ya, y que el problema real sigue siendo el estigma que hace que los VIH+ suframos 10 veces más de depresión que la media, por muy controlabe que sea el virus.

También comenta que todo el progreso que ha hecho la ciencia luchando contra el VIH sólo es expresado en un susurro apenas audible, ya que si le realidad se enfatizara y la sociedad se diera cuenta de lo que realmente se ha avanzado, se teme que la gente ya no se preocuparía por infectarse. Claro que por otra parte que el susurro sea tan pequeño también contribuye a que el estigma de ser positivo siga siendo tan enorme y tan desfasado cronológicamente.

Nada nuevo que no haya dicho yo ya miles de veces. El VIH a día de hoy es una enfermedad psicológica y social, el virus en sí ya no es nada que no se pueda controlar con unas simples pastillas. El estigma y todo lo que ello conlleva es ahora lo grave de la enfermedad.

Sunday 4 May 2014

16. ¿Quieres saber si eres resistente al VIH?

Esta empresa te lo averigua por 135€:
http://www.delta-32.com/

Te envían un kit para que cojas muestras de tu boca, les devuelves las muestras y en 1 o 2 semanas desde que lo reciben te dicen si tienes la mutación "CCR5-delta32", que constiste básicamente en una anormalidad del receptor celular CCR5 que le impide funcionar. Éste receptor es el que normalmente usa el virus VIH para entrar en la célula, por lo que si no funciona no puede entrar el virus. Aparte de esto, los individuos con esta mutación (1% de la población mundial) son inmunes a la viruela y la peste negra.

La predispoción genética a contraer el VIH está más que demostrada.
Con otros genes quizás ahora no tendría el VIH, claro que yo ya no sería yo.

En la web utilizan la palabra "resistente" y dejan claro que tener esta mutación no debe tomarse como una garantía de que se es "inmune" al VIH. Es más, si sólo se tiene una copia de la mutación (el 20% de la población mundial la tiene), dicen que se tiene todavía un riesgo importante de contraer el virus, pero que la enfermedad progresará más lentamente.
Sin embargo, en otras webs si que tratan a la gente con esta mutación como "inmunes al VIH", o comentan de que en el mundo hay un reducido número de personas inmunes al VIH, y los científicos intentar inducir de manera artificial esta inmunidad.
Aquí un experimento con pacientes con VIH a los que se les inyectaron glóbulos blancos con ésta mutación, con la esperanza de que algún día se pueda sustituir la medicación diaria por tratamientos mucho más duraderos:
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/03/140306_salud_vih_edicion_genes_gtg.shtml

Sinceramente no veo de gran utilidad este test salvo en las parejas serodiscordantes donde podría suponer un alivio para el negativo saber que es resistente o inmune al virus que tiene su pareja, aunque en muchos casos la terapia antirretroviral probablemente ya haya reducido el virus a niveles no infectivos.
Claro que lo mismo te pica la curiosidad y no te duele gastar 135€, tú mismo. A mí desde luego el test ya no me hace falta.

Wednesday 30 April 2014

15. Leicester, Reino Unido. Noviembre de 2012.

Happy Birthday!

Nunca pensé que la primera persona en felicitarme mi 29 cumpleaños fuera a ser un médico. Y mucho menos que dicho médico fuera a hacerme unas pruebas para ver si tenía cáncer, linfoma concretamente.
He de confesar que su inesperada felicitación me arrancó una sonrisa, cosa harto difícil viendo la enorme tristeza que se podían leer en mis ojos. Al verme en el espejo me daba cuenta de que me había cambiado la mirada por completo, parecía que me habían arrancado los ojos y me habían incrustado los de otra persona. Unos ojos totalmente lúgubres, que desprendían una tristeza y una impotencia abismal, unos ojos que parecían pertenecer más bien a un ser fantasmal salido de entre las tinieblas del infierno que a un ser humano.

Mi estado ya iba empeorando por días, cada vez más débil y más flaco, los kilos que me había costado tantos meses recuperar los estaba perdiendo otra vez con mucha facilidad. Me costaba comer y rara vez me acababa algo. En Nuneaton solía ir a un buffet libre que me gustaba mucho pero ahora cada vez que entraba y empezaba a comer me entraban unos calores y sudores tremendos y no me acababa ni la mitad del plato. Los sudores eran todavía mucho mayores al quedarme dormido en la cama, por lo que estaba volviendo a la monotonía que había tenido meses atrás de tener que cambiar de sábanas cada vez que me quedaba dormido un rato.

En un camión ambulante como éste me hicieron radiactivo por un día.

El médico me hizo sentarme y me explicó el procedimiento, me iban a inyectar no se qué sustancia radiactiva en la sangre para que se pudiera ver en el escáner. Ése fue mi único y surreal regalo de cumpleaños, ser radiactivo-man por un día, desconozco si esto me proporcionó superpoderes pero por lo pronto lo único que me dijeron es que no me acercara a niños pequeños ni embarazadas durante todo el día. Cuando ya estaba plenamente radiactivo me metieron en el tubo del escáner y ahí estuve unos 20 minutos, inmóvil cual momia egipcia, con mis tristes ojos igual de inmóviles mirando fijamente el interior de la máquina.

Al volver a casa, o mejor dicho al almacén semiabandonado, continué con mi preparación mental para afrontar la muerte. Me había hecho totalmente a la idea de que iba a morir, por lo que automáticamente empecé a hacer balance de mi vida. Pensé que si llegaba a los 30 no estaría mal del todo, teniendo en cuenta la cantidad de gente que a lo largo de toda la historia humana no había llegado a esta edad, o la altísima mortalidad infantil que ha habido en casi todas las épocas de la historia humana. Por lo menos se podía decir que había vivido la juventud. No conocería lo que es formar una familia o dejar descendencia en este mundo, pero tampoco me importaba gran cosa. Total, ¿qué importancia tenía el que yo dejara de existir? Unas pocas personas me echarían de menos, se les pasaría al cabo del tiempo y con el paso de los meses mi fallecimiento sería algo de lo que cada vez se hablaría menos y menos. Con el paso de los años, éstas pocas personas que un día me echaron de menos también irían dejando de existir una a una. Con el paso de más años, sus hijos, sus nietos, sus bisnietos, sus tataranietos también morirían. Con el paso de los milenios, quizá la raza humana se extinguiera en una guerra mundial, por un meteorito llegado desde el espacio exterior, por una tormenta solar, porque nos habremos cargado la capa de ozono o véte a saber qué. Si no, dentro de millones de años el Sol irá creciendo y creciendo convirtiéndose en una gigante roja hasta que engulla a nuestro planeta. Pero mucho antes la vida en la Tierra ya habrá sido imposible debido a las temperaturas y radiaciones que aniquilarían a los pocos bichos vivientes que quedaran en la Tierra. La única esperanza que tenemos es que la ciencia haya avanzado lo suficiente como para poder desplazarnos a otro planeta viable en el que habitar.

Dentro de 5.000 millones de años el Sol será una gigante roja y la humanidad probablemente habrá desaparecido para siempre.  Tarde o temprano nos iremos todos a tomar por culo.

Metafísicamente, yo nunca he creído ni dejado de creer en nada y las grandes religiones de masas, o por lo menos lo que llega de ellas a las masas, me parecen un intento muy burdo y simplista de encontrar preguntas a las grandes respuestas. Siempre he pensado que la verdadera espiritualidad tiene que estar basada en experiencias personales y propias, no en lo que diga éste o el otro o siguiento tal o cuál sistema religioso.
Aún así, conservaba cierta creencia de que quizás nuestra conciencia fuera algo más que un subproducto de nuestro cerebro, de que nuestro ser era algo más allá del mundo físico y que cuando abandonáramos éste, nuestro ser seguiría otro camino, hacia dónde, eso ya no me lo podía imaginar, ¿quizás volviendo otra vez a un mundo físico reencarnándose, quizás pudriéndose en el peor de los infiernos para toda la eternidad, quizás simplemente se acabó todo para siempre, cosa que al fin y al cabo tampoco estaría tan mal, el eterno descanso?
De poco me servía pensar en estos dilemas porque no habría forma de que encontrara la respuesta hasta que no muriera de una vez, así que lo que tenga que ser que sea y no tiene sentido preocuparse de algo que no se puede controlar. Hay un viejo dicho oriental que dice:

Si tu problema tiene solución ¿por qué te preocupas? Y si no la tiene ¿para qué te preocupas?

Pues eso. Ahora el problema que tenía es que llevaba una semana sin luz en mi cochambrosa (pero eso sí, enorme) habitación y los responsables no me hacían ni puto caso por mucho que estuviera muriéndome. Además, ya no tenía fuerzas para estar yendo y viniendo del hospital de Northampton continuamente, así que me volvería a instalar en el zulo de mi amigo hasta que encontrara algo mejor. Llamé a los de la empresa de seguridad que me proporcionaba el alojamiento para mandarlos amablemente a tomar por culo, pero ántes de soltarles las agradables palabras me dijeron que tenían otra propiedad en Northampton en la que les hacía falta un guardián. Vaya, que causalidad. Iría a verla porque ahora que ya no podía trabajar no estaba como para ir derrochando dinero. De todas formas, cuando ya tuviera la confirmación del linfoma y tuviera que empezar con la quimio y radioterapia, en Inglaterra sólo no me iba a poder quedar, así que seguramente mi estancia en la misteriosa propiedad no iba a ser para muy largo.

Inesperadamente, a día de hoy, año y medio después, todavía sigo aquí.

Tuesday 22 April 2014

14. Palabra de maratoniano.

A pesar de todo, este domingo día 20 corrí la primera maratón de mi vida.

Vale, ya había corrido medias maratones, maratones y medias, y ultramaratones, pero nunca una maratón propiamente dicha, o sea, 42.195 m. Ha sido probablemente la carrera más especial para mí, ya no sólo por haber estado muy mal con el SIDA y con mi "otra" enfermedad, si no también por el hecho de que hace apenas un año me costaba horrores subir las escaleras de casa, andaba con bastante dificultad, por supuesto no podía correr en absoluto y pensaba que nunca más lo podría volver a hacer. Me vino una polineuropatía crónica autoinmune que me podía haber dejado en silla de ruedas para siempre. Me quedé con los impulsos nerviosos de todo mi sistema nervioso periférico reducidos hasta en un 90% debido a un desorden de mi sistema inmunológico que atacaba el recubrimiento del nervio (mielina) creyendo que era una sustancia invasiva para mi cuerpo. Tuve la suerte de estar entre la minoría de pacientes que responden bien al tratamiento de primera línea (altas dosis de prednisona) y fuí mejorando rápidamente, pero por otra parte fue bastante arriesgado ya que el tratamiento era inmunosupresor y yo ya estaba muy inmunodeprimido debido al VIH y corría un gran riesgo de que me rebrotara mi "otra" enfermedad (sí, por ahora son 3, el SIDA rara vez viene solo), aparte de contraer nuevas infecciones.
La mayoría de gente que sufre esta enfermedad catalogada como rara, enfermedad también más frecuente entre la gente con VIH (polineuropatía desmienilizante inflamatoria crónica o CIDP) no puede volver a hacer deporte nunca más, sufren de fatiga crónica y van necesitando tratamientos muy complejos de por vida.
Yo una vez más he vuelto a tener suerte pero lo cierto es que no me he quedado perfecto ni mucho menos, en mi última prueba de conducción nerviosa el impulso estaba todavía reducido hasta en un 50% de lo normal, sufro de hormigueos y sensaciones extrañas en pies y manos de manera casi constante y la cosa según el neurólogo ya no mejorará mucho más, ya que la mielina ya se ha recuperado lo que se tenía que recuperar, pero el daño nervioso en sí es irreversible. También puede haber un rebrote de la enfermedad e irse todo al carajo.

La maratón empezó y acabó justo enfrente de mi habitación, por lo que no tenía excusa para no hacerla.
12 vueltas por el bonito parque en el que vivo actualmente y por el que suelo salir a correr.

A pesar de todo acabé la maratón en un notable tiempo de 3.37 horas, obviamente resultado de mis obstinados entrenamientos, motivados sobre todo por el afán de lucha contra mi(s) enfermedad(es). Si me hubiera dado por vencido hace unos meses cuando apenas podía correr 20 minutos o mis piernas apenas tenían fuerza para subir una mínima pendiente con la bici, si me hubiera quedado en casa quejándome y lamentándome de mi situación y pensando que ya no valdría la pena, estoy convencido de que mi estado actual, tanto físico como psicológico, sería infinitamente peor. El deporte y la salud es la metáfora perfecta que nos muestra que cuanto más difícil se ponen las cosas, más motivación y afán de superación debemos de tener, por cada nuevo bache en el camino debemos de encontrar dentro de nosotros un nuevo ímpetu para actuar y sobrepasarlo. Tanto en esto como en todas las otras facetas de la vida.

Pero no adelantemos acontecimientos, como diría nuestro querido presidente del Gobierno, y sigamos con la historia de la "otra" enfermedad, con la que por ahora también estoy teniendo una suerte tremeda.

Monday 21 April 2014

13. Nuneaton, Reino Unido. Noviembre de 2012.

Había estado unos días alojado en casa de un amigo en Northampton, en una especie de buhardilla adyacente a su habitación en la que cabía un colchón y poco más, luego encontré una habitación económica viviendo con una familia de letones y estuve viviendo con ellos casi un mes, pero viendo que en la primera ETT que me registré apenas me llamaron, decidí moverme a la cercana Nuneaton ya que según ví por internet muchísimas ofertas de camionero y además una empresa de seguridad alquilaba habitaciones tremendamente económicas en un gran almacén en desuso. Ya conocía a esta empresa, el año anterior, cuando ya era VIH+ y aún no lo sabía, había estado alojado en una casa portátil en Birmingham por 20 libras semanales facturas incluidas. Simplemente ofrecen un servicio de "live-in security" que llaman, tienen a gente viviendo en edificios vacíos o cerca de ellos para evitar vandalismo, okupas, robos, etc, ofreciendo por otra parte a los huéspedes alojamiento a precios muy económicos a cambio de unas responsabilidades mínimas, y a mí lo que me interesaba en este país era eso, gastar lo mínimo para poder ahorrar lo máximo, aunque fuera sacrificando comodidades o lujos innecesarios.

Durante mis primeros días de trabajo me ví bastante bien, me había propuesto no hacer esfuerzos físicos pero en la primera empresa que me puso la agencia tenía que mover palets y carros bastante pesados, aún así el trabajo era cómodo y no me cansaba excesivamente así que pensé que incluso algo de esfuerzo sería bueno para ponerme un poco en forma.
Fueron pasando los días y casi lo único que hacía en Nuneaton era ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. También tenía que ir frecuentemente al hospital de Northampton, a más o menos una hora en coche, ya que los médicos no estaban satisfechos con mi taquicardia ni el tamaño de mi hígado y bazo. Yo no le daba mayor importancia, pensaba que ya me iría recuperando poco a poco, pero lo cierto es que llevaba ya 8 meses con la terapia antirretroviral y mi carga viral estaba por debajo de 200 frente a los 3.4 millones de copias por mililitro de sangre que tuve en mi primer resultado poco después de dar positivo. Los CD4 me habían subido hasta 110, nada para tirar cohetes pero iban subiendo a un ritmo bien, ya que el sistema inmunológico se va recuperando muy lentamente y es cuestión de años el volver a tener unos niveles aceptables, si es que se vuelven a llegar a tener algún día. De ahí la importancia de chequearse antes de que el sistema inmunológico esté excesivamente dañado.

Siguieron pasando los días, de casa al trabajo, del trabajo a casa y de casa al hospital, los primeros días me sentía bastante feliz al ver que podía volver a trabajar, cosa que alguna gente incluso parece que puso en duda en mis peores momentos, me centré en el trabajo y empecé incluso a pensar en ahorrar y quizá en unos años poder montarme mi propia empresa de transportes internacionales, por ejemplo. Desde luego no era la vida con la que había soñado, pero por lo menos ganaría dinero y se podría decir que a pesar de todo había conseguido ser un hombre más o menos de provecho.
Pero conforme pasaban los días estaba empezando a notar cosas que me iban mosqueando poco a poco. Primero, trabajando de vez en cuando me entraban unos calores y sudores tremendos que se me pasaban al rato. A esto no le dí importancia, pero lo que sí que me mosqueó bastante más fue una noche en la que me desperté con la almohada toda sudada. Mucho menos que en mis peores tiempos del SIDA, pero no me gustó nada la sensación de volver a despertarme con la cama húmeda. Terribles recuerdos volvieron a pasar por mi mente. Me engañé a mí mismo y me dije que debía de ser culpa del grueso saco de dormir que utilizaba, ya que todavía no me había comprado un edredón ni nada parecido, pero lo cierto es que la habitación, que había sido antiguamente una gran oficina, era muy fría y la calefacción estaba apagada.
Pero lo que sí que no me gustaron nada fueron mis posteriores visitas al hospital. Tenía fiebre continua, mi anemia iba cada vez a más, mis valores hepáticos empeorando, mi carga viral subiendo y lo peor de todo, que mis CD4 estaban bajando. Las interminables pruebas que me estaban haciendo salían todas negativo, así que decidieron hacerme varios escáneres y pruebas más complejas. Para lo de la carga viral me hicieron un test de resistencia del virus del que todavía no había oído hablar ni me hicieron en España, salió que tenía ligera resistencia al Efavirez, uno de los componentes del Atripla, y me cambiaron la medicación por Ritonavir+Darunavir+Truvada, pero esa ligera resistencia del virus no era en absoluto la explicación a todo lo demás, ni siquiera a mi descenso de CD4, ya que aunque la carga viral me había subido apenas estaba por 500, o sea aun así muy muy baja.

Durante los días posteriores el empeoramiento era cada vez más evidente. Los sudores nocturnos eran cada vez más fuertes, y ahora no sólo me entraban calores repentinos, si no también un frío horrible a ratos que no se me iba por muchas mantas y ropa que me pusiera. También me estaba debilitando por momentos, y solía acabar cansadísimo del trabajo, al contrario de los primeros días.
Las visitas al hospital se hacían cada vez más y más frecuentes, y a mí cada vez me costaba más y más esfuerzo hacer el trayecto en coche. Ir al hospital se volvió a convertir en rutina, y cada vez más pruebas, más tubos de sangre, más preguntas, más hipótesis... pero todo salía negativo.

En uno de esos días me tocó un médico que no conocía todavía. Me dijo que ya tenían los resultados del escáner, y me dijo que probablemente tuviera linfoma. Así, directamente, a la cara, sin tapujos ni remilgos."Mira, ¿ves? Aquí se ve los ganglios linfáticos que tienes gordos. Tiene toda la pinta de que sea linfoma, porque tienes todos los síntomas."

Linfoma.

Yo no sabía que era eso exactamente pero sonaba bastante grave. Me volvió a invadir aquella sensación que me invadió cuando di positivo 10 meses atrás, aquel vacío insondable, aquel nudo en mis entrañas, aquella angustia inefable. Volví a sentir aquel miedo, más fuerte aún si cabe, porque justo ahora, con todo lo que había luchado y cuando apenas llevaba un mes de vuelta al trabajo y con visos de volver a llevar una vida más o menos normal, volvía la pesadilla.
Tampoco me tranquilizó nada la explicación del médico, que el linfoma es un tipo de cáncer, del sistema linfático concretamente. También me dijo que es uno de los cánceres con mejores pronósticos, pero cuando yo le pregunté si también con SIDA, se hizo el loco y no me respondió.
Les haría falta una biopsia de un ganglio linfático inflamado, el problema es que los que tenía inflamados estaban todos muy adentro y cerca de órganos internos y sería muy ariesgado hacerme una biopsia ahí tan adentro, aparte de que resultaría bastante doloroso ya que tendrían que utilizar una aguja de gran longitud, así que primero me harían otro escáner más detallado (PET-CT scan en inglés) para ver si me podrían sacar la biopsia de otro sitio.

Salí completamente hundido del hospital. Meses atrás, en mis peores momentos del SIDA, había tenido mucha suerte de no haber cogido ninguna enfermedad oportunista grave y haber muerto. Pero la suerte no es infinita. Mi sistema inmunológico todavía estaba extremadamente dañado y lo del linfoma y otros tipos de cánceres es algo común en gente con SIDA y muy relacionado con el VIH. Tenía claro que iba a luchar todo lo posible, pero siendo realistas, con mi sistema inmunológico ya sumamente débil no creo que aguantaría la quimio y radioterapia que lo debelitaría aún mucho más. Puede que una persona sana un linfoma lo pueda llevar con bastantes posibilidades de éxito, pero para una persona tan tremendamente inmunodeprimida como yo no sería nada fácil. Sinceramente, no pensaba que fuera capaz de salir de esta.

Es más, esta vez sí que estaba convencido de que iba a morir. Y cuanto más me informaba de la enfermedad, más seguro estaba de ello.

Saturday 19 April 2014

12. Northampton, Reino Unido. Octubre de 2012.

Estaba volviendo a la vida. Poco a poco, pasito a pasito, parecía que podría volver a ser una persona más o menos normal y un miembro útil a la sociedad. Había vuelto a Inglaterra a trabajar de nuevo.
Me había propuesto no trabajar ni de noche ni a turnos, no hacer grandes esfuerzos físicos y por ahora dormir todos los días en casa y no por ahí tirado en el camión. En Inglaterra y sobre todo en la zona de las Midlands, cuna de la revolución industrial, abunda el trabajo de camionero por lo que es posible, a través de ETTs, decir lo que se está dispuesto a hacer y lo que no.

Una de las primeras cosas que hice al llegar a Inglaterra fue ir al hospital a preguntar qué tenía que hacer para recibir asisténcia médica y los medicamentos que desgraciadamente iba ya a necesitar de por vida. Suponía que tendría primero que volver a España a por otro mes de antirretrovirales, así que el vuelo para el mes que viene lo tenía comprado ya desde hace tiempo. En mi primera visita al hospital no fuí capaz de averiguar dónde tenía que ir ni qué tenía que hacer, dije en información que tenía el VIH y pregunté qué tenía que hacer. El señor mayor que me atendió pareció asustarse y me envió directamente a Accident & Emergency (urgencias). Me quede extrañado pero fuí y como era de suponer me volvieron a decir, al igual que en España meses atrás, que no se trataba de una urgencia y que preguntara en información, que es de donde precisamente venía, así que ya harto de dar vueltas me volví a donde me alojaba de momento, a casa de un amigo. Se ve que hay bastante gente, médicos incluso, que al oír VIH (o HIV en inglés), les entra el pánico y se piensan que moriré en breve y que lo mejor es enviarme a urgencias y que allí ya se apañarán conmigo.

Le comenté lo sucedido a mi amigo y él me explicó que tenía que ir al área de Sexual Health (salud sexual) y me explicó donde estaba. Este amigo fué una de las primeras personas a las que le dije lo mío, y puesto que también es bastante "alérgico" al condón e igualmente había estado guarreando por África, le dije meses atrás que me hiciera el favor y que fuera a chequearse. También dio positivo. Pero positivo de una cosa mucho más fácil de contraer, algo mucho más común y extendido: la clamidea. Una semana tomándose antibióticos y listo. No podría haber pillado yo algo así, algo estadísticamente muchísimo más probable, o unos hongos, o unas ladillas, o una sífilis o gonorrea, no, tuve que pillar la peor mierda de todo el catálogo, y una de las más difíciles de contraer. Eso se llama sencillamente: MALA SUERTE. Y punto.

Al dia siguiente fué al dichoso Sexualth Health Clinic, con las indicaciones de mi amigo lo encontré enseguida, no sé que cojones le pasaría el día anterior al inútil ese de información. Expuse mi caso a una mujer que había en el mostrador, no entendía muy bien qué es lo que quería, si estaba aquí de vacaciones o qué pero enseguida vino otro hombre con el que me aclaré mejor. Ipso-facto me hiceron pasar a una sala, y sin exigirme ningún tipo de papel, documento, prueba, explicación, dato o número se pusieron a explicarme y a sacarme sangre para todo tipo de pruebas. Me dijeron que no hacía falta que volviera a España a por otro mes de Atripla, que en la siguiente cita me darían para otro mes más y me dijeron que más adelante me lo darían de 6 meses en 6 meses, lo que me supuso una alegría inmensa. Tardé bien poco en darme cuenta de la inmensa libertad de movimiento que había ganado con esto, enseguida innumerables planes, viajes y aventuras inundaron mi mente. Las enfermeras, todas de ellas muy majas y atentas, me preguntaron sobre mis CD4, carga viral, etc etc y me dijeron que tenían que hacer ellos mismos los análisis para confirmar los datos. Me dieron cita para la semana siguiente para que viera el médico y me preguntaron si tenía GP (médico de cabecera) y les dije que no, que ni siquiera sabía lo que era eso y que ni siquiera estaba registrado ni tenía número alguno en el sistema sanitario británico o NHS. No importaba, me dijeron, a la semana siguiente al confirmarse los análisis me dieron para otros dos meses de Atripla. Los análisis de CD4 y carga viral, que en mi hospital de España tardaban más de un mes, aquí estaban listos en un par de días.

Me maldije a mí mismo al no haber ido a chequearme en Noviembre cuando estaba en Birmingham y ya me estaba empezando a encontrar medio raro. Tal y como funcionan las cosas en Inglaterra, desde que me hubiera hecho el test del VIH hasta que hubiera empezado con los antirretrovirales apenas hubiera pasado una semana, obviamente no me hubiera ido deteriorando tantísimo, hubiera podido seguir con mi vida con normalidad y no hubiera tenido ni que dejar de trabajar. Desconozco el número de CD4 que tendría por aquel entonces pero probablemente estuvieran por encima de 200, o sea que probablemente no hubiera entrado siquiera en la fase SIDA.
Una semana, frente a los dos meses y medio que tuve que esperar en España desde que me sacaron sangre hasta que empecé con el tratamiento, hubieran supuesto para mí una diferencia abismal. Porque en casos como el mío, cuando no hay periodo de latencia del virus y se desarrolla todo anormalmente rápido, un mes de retardo puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Yo no he muerto, pero he perdido más de un año de mi existencia por problemas derivados del SIDA, algunos con consecuencias para el resto de mi vida. Así que repito, chequéate cuanto antes que, aunque no es lo común ni mucho menos, unos pocos meses pueden hacer una enorme diferencia, y chequéate en un sitio que no tarden una eternidad en darte los putos resultados, aunque tengas que pagar, que tan difícil no puede ser cuando en mi último viaje a Tailandia ví en una clínica* que dan los resultados del test del VIH en 2 horas o el recuento de CD4 en 24 horas, algo para lo que yo estuve esperando en estado muy grave (según mi propio médico) más de un puto mes. Diréis lo que queráis, pero a mi no me parece nada normal, por muy buena fama que tenga el sistema sanitario español.

Porque tiene cojones que haya tenido más derechos y mejor e infinitamente más rápida atención gratuita en un país que no es el mío y en el que ni siquiera estaba inscrito en su sistema sanitario que en el mío propio.

Bueno, el caso es que en la cita de la semana siguiente la médico enseguida se dio cuenta de que algo no estaba correcto en mí. No era normal la taquicardia que tenía y no era normal el que tuviera el hígado y el bazo inflamados. En España achacaron lo de la taquicardia a la anemia que tenía, pero esta doctora me dijo que por mucha anemia que tuviera esa taquicardia no era normal en una persona joven y fuerte. Lo del hígado y el bazo no se a qué lo achacarían allá, pero apenas me comentaron nada al respecto. Que los tenía inflamados, y ya. Aquí enseguida se pusieron a investigar porque vieron claramente que no era normal.
Por lo pronto me mandó a hacerme algo para lo que en España también tuve que esperar meses y que al final el propio médico me tuvo que colar personalmente porque si no todavía estaría esperando: una puta ecografía.
Éste sería la primera de las interminables pruebas que vendrían después para confirmar que ya no era sólo el VIH.

Ahora había algo más, y yo no era en absoluto consciente de ello.

*Anonymous Clinic 
The Thai Red Cross AIDS Research Centre
104 Ratchadamri Road, Pathumwan, Bangkok 10330 
Al lado del Lumphini Park, un buen lugar para chequearse en Tailandia. También si eres positivo es posible comprar medicación a una fracción del precio en Occidente.

Sunday 6 April 2014

11. Mi Pueblo, el Eld, España. Julio de 2012.

Decidimos fiarnos del mapa que habíamos encontrado y atajar en línea recta hacia el oeste atravesando el bosque en dirección a Crosson. Aunque no diéramos con el pueblo, de una manera o de otra saldríamos al camino y nos ahorraríamos muchos kilómetros. La pierna herida de Hespe nos obligaba a avanzar despacio, y el primer día solo recorrimos diez o doce kilómetros. Durante uno de los numerosos descansos que nos tomamos, Tempi empezó a enseñarme el Ketan en serio. Yo, insensato de mí, creía que Tempi ya había iniciado la instrucción, cuando en realidad lo único que había hecho hasta ese momento había sido corregir mis errores más espantosos porque le fastidiaban. De la misma manera que a mí me habrían dado ganas de afinarle el laúd a alguien que lo estuviera tocando desafinado. Aquella instrucción era completamente diferente. Empezábamos por el principio del Ketan y Tempi corregía mis errores. Todos mis errores. Solo en el primer movimiento ya detectó dieciocho, y el Ketan lo componen más de cien movimientos. Enseguida empecé a tener dudas sobre aquel aprendizaje. Por mi parte, yo empecé a enseñar a Tempi a tocar el laúd. Tocaba notas sueA COMEEEEERRRRR A COMEEEERRRR LA COMIDA YA ESTÁ!!!!

Mi madre me llamaba. Era la hora de comer. La hora de volver a la realidad. A la asquerosa, triste, deprimente, y cruel realidad. A mi vida rota y totalmente estropeada para siempre, en la que prácticamente el único interés que me quedaba era evadirme de mis negros y obsesivos pensamientos devorándome un libro tras otro tirado casi todo el día en la cama. Tampoco tenía energía para mucho más. Por lo menos había encontrado una razón para seguir viviendo, la literatura, pensé que aunque me quedara postrado tetrapléjico en la cama para siempre, los libros seguirían haciendo valer la pena el seguir vivo, aunque fuera un poco.

Llevaba ya 4 meses desde que había empezado al tratamiento con Atripla y había mejorado mucho, los médicos estaban contentos con mi evolución, porque realmente había estado a un paso de la muerte. La mejora fue casi inmediata al empezar con los antirretrovirales, en unos pocos días mejoré bastante, para luego ya ir mejorando más paulatinamente. En total había ganado ya 10 kilos, ahora estaba con 74, aún me quedaba mucho para mis 85-90 habituales pero ya no tenía esos sudores que me hacían tener que cambiar la cama cada vez que me dormía 15 minutos porque estaba totalmente empapada, tenía más apetito y comía bastante más, y por supuesto dormía más, entre 4 y 6 horas frente a las 0-3 horas que podía dormir al día meses antes. Mi hígado continuaba inflamado, pero ya no tanto y mis valores hepáticos, aunque no normales, había mejorado bastante, porque llegaron a estar a unos niveles realmente alarmantes.
Ya podía andar erguido y mucho más tiempo, incluso intenté hacer un poco de deporte un par de veces. Hubo un día que incluso intenté salir a correr un rato, un poco temerario con mi taquicardia, unas 100-120 pulsaciones por minuto en reposo, pero ya no eran las 120-150 que solía tener (a día de hoy, tengo unas 50-60). Por supuesto tuve que parar a los pocos minutos, aunque no desistí en mi idea de hacer deporte ya que el deporte siempre ha sido una parte muy importante en mi vida, así que dias después cogí la bici un poco, a un ritmo más lento del que solía ir antes de la enfermedad corriendo, pero sencillamente no podía y las pulsaciones me subían exageradamente. Me tuve que limitar a salir a andar 20 minutos al día por los alrededores como un anciano decrépito, y a nadar un poco en la balsa de riego que hay justo al lado de casa de mi madre.
Aquel deportista incansable, aquella máquina de devorar kilómetros, aquel legionario abnegado que lo aguantaba todo, dispuesto a ser exprimido hasta caer exhausto en la tierra, había muerto, muerto en vida, y lo más triste es que no había sido sirviendo a la Patria, o salvando una vida, o en un acto heroico, no, había sido por un acto absurdo, vicioso y totalmente prescindible en el que adquirí el virus más sucio y estigmatizado de todos.

Las 3 cosas que más me gustaban en la vida, viajar, el sexo y el deporte se habían acabado para siempre. Cuando digo viajar no me refiero meterse en un resort caribeño un par de semanas, me refiero a perderse durante meses por otro continente con una mochila, poco dinero y la mente abierta. Porque una de las cosas que más me fastidiaban de la enfermedad era que estrictamente sólo me daban pastillas de mes a mes, haciendo imposible seguir con una de las cosas que más me apasionaban en la vida: viajar de verdad. El médico me dijo que era una normativa europea (no es cierto, que yo sepa España es el único país europeo en el que lo hacen así) porque la medicación es muy cara, el Atripla concretamente vale unos 800€ al mes. Meses después aquí en Inglaterra me darían la vida al decirme que sueltan medicación para 6 meses del tirón una vez que ya se está estable, que es como estoy yo ya ahora, pudiendo seguir con mucha más facilidad con mi vida trotamundística.
Pero realmente lo que más me fastidiaba es que se había acabado mi sueño de haberme montado un pequeño negocio en el sudeste asiático, probablemente Filipinas, y haberme ido a vivir allí, viviendo una vida humilde y sencilla. No podía ser tan difícil, pensaba, teniendo en cuenta lo rápido que ahorraba como camionero y lo muchísimo que valía ese dinero allá... con un par de años currando a saco tendría que bastar para ahorrar lo suficiente como para poder intentar hacer algo allá, con alguien local de confianza por supuesto, si no lo más fácil es que me hubieran engañado de mil maneras y me hubiera quedado sin un duro. Con que ganara unos 500€ sería más que suficiente para vivir sencillo... claro que ahora a esos 500€ tenía que sumarle otros 800€ de medicación, además que como estaba me recomendaron no salir del primer mundo por un par de años hasta que mi sistema inmunológico estuviera un poco mejor. O sea que lo dí por imposible (casi 2 años después descubriría que el Atripla se vende en algunos países como Tailandia por menos de 100€ por acuerdos que tienen en países en vías de desarrollo, y hay genéricos incluso más baratos, fabricados principalmente en India y Tailandia).
Pero el plan que tenía justo antes de dar positivo era ahorrar un poco para pedir la working holiday visa australiana, ya que con mi pasaporte alemán la podía pedir, al contrario que con el español... un año o dos allá y luego quizás saltar a otro país, y luego a otro, y luego vete a saber... mil planes e historias posibles, vamos una vida seminómada planeaba haber llevar unos años. Todo eso se acabó con las tres iniciales malditas que te dejan marcado de por vida haciéndote muy difícil conseguir un visado para trabajar fuera de Europa: V, I, H.

A pesar de todo, había tenido mucha suerte de seguir con vida. El tratamiento había llegado tarde y mi enfermedad se había desarrollado anormalmente rápido, los pocos casos de muertes de SIDA que hay todavía en Europa son parecidos al mío, cuando ya es demasiado tarde para hacer nada. La suerte que tuve fue el no haber contraído alguna enfermedad oportunista grave, que es de lo que se muere la gente con SIDA, al quedarse prácticamente sin sistema inmunológico uno está totalmente expuesto a cualquier tipo de infecciones y otras enfermedades. Aunque aún sin enfermedades oportunistas yo estoy seguro que sin tratamiento no hubiera durado más de 2 o 3 meses, al final me hubiera muerto de puro SIDA, de inanición, de fallo hepático, renal o cardíaco o vete a saber. Lo cierto es que cuando estás realmente enfermo, cuando estás tan débil, ya te da igual todo y no tienes fuerza para seguir luchando, morir incluso puede ser un alivio. Y eso que dolor no tenía.

Otro que empezó demasiado tarde con el tratamiento.
No seas como nosotros, hazte las pruebas cuanto antes.

Mi día a día en este largo periodo de recuperación era monótono y poco interesante: simplemente estaba esperando a estar mejor para volverme a Inglaterra a trabajar. Tendría que empezar poco a poco, y sólo haría trabajos cómodos y fáciles, trabajaría unos pocos días a la semana, o sólo el fin de semana, no más, me tenía que cuidar porque tenía VIH y era un ser débil y enfermo, ya para siempre pensaba yo. Al empezar el tratamiento empecé a ganar kilos fácil pero me quedé en los 75 y de ahí no subía. Mi taquicardia mejoró pero también se estabilizó y no cambiaba ya. Pensé que me había quedado así ya y que era lo normal para alguien con VIH. Los médicos también se daban por satisfechos.
A día de hoy vuelvo a pesar 88 kg, trabajo 10-15 horas diarias sin gran esfuerzo y dentro de dos semanas correré una maratón. Ya iré contando cómo volví a mi estado habitual, principalmente gracias a la sanidad británica o NHS.

Durante lo peor de mi enfermedad mi estado mental también se vió afectado, estaba muy inquieto, nervioso, irascible e incluso violento. El virus también afecta al cerebro, sobre todo con cargas virales astronómicas como la mía, y aunque no llegué a desarrollar encefalopatía o demencia asociada al sida (creo), sí que se vio afectado mi comportamiento considerablemente. Tenía broncas e insultaba a mi madre casi a diario, un día incluso monté un pollo importante insultando y amenazando a toda la gente que estaba bañándose en la balsa de riego de al lado de casa, ya que es frecuente que se cuele gente a coger cañas o cosas del huerto y esa semana ya se habían colado 4 o 5. A día de hoy ya vuelvo a estar mucho mas calmo, tranquilo y sereno, pero la amenaza de aquel día sigue vigente:
COMO SE VUELVA A COLAR ALGUIEN EN EL HUERTO DE MI MADRE LE ABRO LA CABEZA

Las cosas en el pueblo funcionan así, somos un poco diferentes que los finolis británicos estos de por acá...